Sin embargo, en la Argentina de los ultimos años ha quedado al descubierto la fragilidad de este tipo de empresas, principalmente ante la dificultad que enfrentan cotidianamente para acceder a financiamiento —tanto nacional como internacional—, resultado que se traduce en falta de inversión o infraestructura que incentive su fortalecimiento. Esta situación es, sin dudas, la que mayor peso tiene a la hora de restarles competitividad respecto de las grandes empresas y sus pares en el exterior, más aún luego de la crisis global suscitada por el Coronavirus (Covid-19).
Por otro lado, la aceleración de los procesos digitales y su estrecha relación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con su premisa de “no dejar a nadie atrás” cumple un rol central a la hora de dar cumplimiento a las demandas globales tanto de las empresas como de los nuevos consumidores. En este sentido, las crecientes exigencias de los ciudadanos los impulsa a, por ejemplo, informarse en detalle acerca del proceso de producción de los bienes y servicios que adquiere, así como también de la calidad integral, lo que hace imprescindible abastecer al mercado con productos más sustentables.
Dentro de este contexto, la «Certificación Triple Impacto» nació con el espíritu de responder a estas necesidades mundiales, fomentando producciones más sostenibles que posicionen a las empresas nacionales en los mercados más exigentes y generen nuevas oportunidades de negocio, a través de la mejora continua y el valor agregado.